jueves, 7 de noviembre de 2013

Lo que llega a mis manos...

Me encanta que cuando estoy creando, lleguen a mis manos pedacitos de cosas que dicen mucho sobre lo que estoy haciendo en ese momento, que se van sumando e inspirando -me. Son como un guiño inesperado del universo, como para decirte "vas bien" ¿ inconsciente colectivo?, ¿serendipia?, oh, que será que será...

Lo cierto es que ahora, remontando mi texto Necro-lógica, ha llegado a mis manos este hermoso poema de Julia de Burgos, de la mano de la madre de una de mis mejores amigas de la universidad, que están pasando unos días en casa. Se llama "Dadme mi número" y es un reflejo muy nítido del personaje femenino de la obra (puedes descargar el texto  aquí) de sus pensamientos, de su grito desesperado.

Aquí lo dejo: 

Dadme mi número

 ¿Qué es lo que esperan? ¿No me llaman? 
¿Me han olvidado entre las yerbas, 
mis camaradas más sencillos, 
todos los muertos de la tierra? 

¿Por qué no suenan sus campanas? 
Ya para el salto estoy dispuesta. 
¿Acaso quieren más cadáveres 
de sueños muertos de inocencia? 

¿Acaso quieren más escombros 
de más goteadas primaveras, 
más ojos secos en las nubes, 
más rostro herido en las tormentas? 

¿Quieren el féretro del viento 
agazapado entre mis greñas? 
¿Quieren el ansia del arroyo, 
muerta en mi muerte de poeta? 

¿Quieren el sol desmantelado, 
ya consumido en mis arterias? 
¿Quieren la sombra de mi sombra, 
donde no quede ni una estrella? 

Casi no puedo con el mundo 
que azota entero mi conciencia? 

¡Dádme mi número! No quiero 
que hasta el amor se me desprenda? 
(Unido sueño que me sigue 
como a mis pasos va la huella.) 

¡Dádme mi número, porque si no, 
me moriré después de muerta!

La Muerte y la Doncella, Marianne Stokes (c. 1900)





martes, 15 de octubre de 2013

El tiempo del actor...



Siempre que entro en un proceso creativo como directora, me pone un poco ansiosa el no poder, tomar un tiempo generosamente largo, a la búsqueda y experimentación dentro del proceso creativo del proyecto que estoy montando. La mayoría de las veces, y más en estos días que corren, el tiempo juega en contra y las responsabilidades cotidianas ( otro trabajo, estudios, familia, etc) a veces suelen interferir en el tiempo que los actores y actrices pueden (mos) dedicarle a los ensayos. O la casi inminente fecha de estreno, hace que la puesta tenga que construirse sobre la marcha, sacrificando, en muchos casos, el espacio de ensayo que le pertenece al intérprete para la construcción de su personaje.


En esas ando. Buscando la manera de encontrar un equilibrio. Entonces, mientras tomo un descanso de otra tarea que ahora me ocupa, tomo un libro que leí hace mucho tiempo, y que he recuperado, lo abro en cualquier página y leo esto:

¿Qué tiempos reales necesitaría un actor....? 

- Los tiempos de la vida que no están sujetos a otra condición que no sea lo que la vida misma impone en su devenir y que no contemplan las exigencias de los tiempos de realización artística.

¿Qué tiempos reales utiliza el actor?

El de los ensayos, mas allá de la cantidad de tiempo invertida en los mismos y que responde a la singularidad de cada proyecto, y el de la representación, más allá de las acciones o los textos que propicien una directa vinculación con lo que rodea al actor en su quehacer escénico. 

(Jorge Eines. "El Actor Pide")

ESTO ES SINCRONÍA! 

PD: la foto es del ensayo de hoy, Necro-Lógica (reloaded) en proceso. A partir de mañana, nuevo abordaje.






domingo, 6 de octubre de 2013

Regreso de Otoño: trabajo y rutina


Hola! por aquí estoy de nuevo! hacía mucho tiempo que no escribía. desde junio! Ha sido un verano familiar con muchas cosas por hacer! pero ya, ha entrado el otoño y vuelve la rutina diaria del día a día. 

Es común pensar en la rutina como algo desagradable, algo que nos encajona en un hacer monótono, día tras día: levantarse, trabajar, estudiar, comer, ir al gimnasio, ver t.v, comer, dormir y volver la levantarse para repetir lo mismo. Una suerte de día de la marmota, donde todo ocurre exactamente igual.

Sin embargo, creo que la rutina es algo necesario, si le quitamos el tinte aburrido con el que solemos verla, la rutina puede sernos de gran ayuda: nos permite canalizar nuestras energías en actividades concretas, en lugar de pasarnos la vida divagando sobre el ser o no ser, o hacer y no hacer. Nos ayuda a crecer y perfeccionar nuestra actividad: ser mejores en nuestro trabajo, aprender más cosas cada día, ponernos retos y metas personales y profesionales. Si la vemos como un enemigo, la rutina nos comerá vivos, si la vemos como un aliado, nos dará impulso y satisfacción.

Como un atleta que corre cada día y poco a poco supera su marca, como un músico que adquiere virtuosismo tras horas y horas diarias de ensayo, como un pintor que mejora su técnica después de pintar diariamente por mucho tiempo, como un actor que entrena su voz, su cuerpo y su mente para encarnar personajes cada vez más complejos. No importa si tu profesión no tiene que ver con las artes, es la constancia lo que te hará mejorar tus habilidades y superarte

Entiendo que hay muchas personas actualmente que no tienen la oportunidad de hacer un trabajo que les apasione, o al menos, que les guste. Y en este caso la rutina se transforma en un monstruo, una suerte de "Dementor" (ver Harry Potter) que te succiona los sueños y las buenas energías. ¿Que hacer en este caso?

Algo que podría ayudar es complementar esa actividad con otra que realmente disfruten, por ejemplo: "odio ser secretaria pero me encanta cocinar", entonces los fines de semana o sino estás muy cansada en la semana, por las noches, intenta probar recetas nuevas, inventar y experimentar en la cocina, para ti misma o para tus amigos y/o familia, anota en un cuaderno tus recetas favoritas y ponle un toque personal, así puedes tener, al cabo de un tiempo, un recetario personal con platos riquísimos, y quién sabe, podrías en un futuro hacer lago  más con eso.

Dedicarse a algo que no nos gusta, es algo por lo que todos hemos pasado, y en estos tiempos de crisis lamentablemente esto es más común que nunca. Lo importante es lo que nosotros podemos hacer con eso, dependiendo de nuestras necesidades y lo más importante, respetando y aceptando nuestro propio proceso: podemos lamentarnos y sufrir por ello o dejarlo y arriesgarse con aquello que realmente nos mueve, o ir poco a poco, mantener el trabajo que nos da para poder vivir y buscar la manera de hacer lo que amamos y hacer el cambio progresivamente, siempre con fe y esperanza en que si lo podemos ver en nuestra mente, puede volverse realidad.

Así que ¡bienvenido otoño!, ¡bienvenida la rutina!, vamos a hacer de ella nuestra mejor aliada.





viernes, 7 de junio de 2013

Mi nueva "Ladybug"

Hace unos días le dije a mi amiga Kathy Venegas,  que está empezando a hacer tatuajes, que quería que me tatuara una "Ladybug", o sea, una "Mariquita". Yo sólo tenía hasta ahora a mi Salamandra tatuada en la parte baja de mi espalda, pero cuando me puse a pensar en que quería tatuarme, se me vino a la cabeza este preciosos insecto. 

Como la Salamandra, creo que las Mariquitas son seres especiales, aunque son pequeños son fuertes, coloridas, alegres, cuentan leyendas de Mariquitas que espantan las plagas de las cosechas y se les ha atribuido el dar buena suerte a quien la encuentra, porque además son raras de ver , sobretodo en la ciudad.

También me hacia gracia porque mi primer disfraz de bebé fue de Mariquita, y es una imagen que me encanta:



Aunque Kathy está iniciándose en el mundo del tatuaje, es una excelente ilustradora, por eso sabía que haría un buen trabajo, aunque la verdad superó mis expectativas con creces.

Así empezó la historia de mi Ladybug:

Primero el boceto: 


Luego la calca para el tatuaje: 



Ahora el modelo ya puesto sobre la piel:



El delineado! perfecto!:


Después de un rato, las sombras, ya se veía estupenda, pero yo quería color!:



Una fotito con Kat trabajando: 



Ya trabajando el color: 



Y Voilá!! Mi Ladybug/Mariquita a todo color y detalles!:





¡Estoy muy contenta con el resultado! ¡ha quedado preciosa! Gracias Kathy por el esfuerzo, ¡ha valido la pena el dolor! 

Si quieres contactar a Kathy para que te tatúe puedes buscarla en su página de Facebook VEGOCREATIVO donde además podrás ver otras de sus trabajos manuales, como sus accesorios ilustrados, que también están chulísimos!




domingo, 12 de mayo de 2013

Hechos Furiosos: Comer como vives


Dicen que el dinero no da la felicidad, y puede que tengan razón. La gente sin dinero se queja todo el rato de las cosas que no puede hacer o tener. Su estilo de vida simple, sencillo y con tendencia a la supervivencia los deprime y los reputea. Quieren tener dinero para estar cómodos.

Pero, que significa tener un estilo de vida “cómodo”. Tú dirás, bueno, lo que ya sabemos: disfrutar de  estabilidad económica, que te permita hacer lo que quieres, tomar vacaciones dos veces al año con viaje incluido, comprar cosas que te gustan, ser próspero y abundante.

Se sabe si una persona tiene más o menos una cierta estabilidad, o mucha, no por el lugar donde vive, o los coches que tiene o la ropa que usa. La verdadera abundancia se mide en la despensa y en la nevera: cuando abres una despensa y ves millones de  enlatados de todo tipo para escoger lo que te apetezca. O una nevera atiborrada de productos vegetales y animales como para una familia de 10.

Cuando tienes la oportunidad de comer lo que te provoca justo en el momento porque de todo hay, eres una persona económicamente “estable”. Porque la comida es lo único que no se compra a crédito.

Sin embargo, la posibilidad de tener mucho de donde escoger supone vivir en una constante toma de decisiones traslada ahora al campo gastronómico:

“¿Quieres, queso gouda, emmental, azul, de cabra, de búfala, fresco, batido, ligth  o madurado?

¿Quieres té verde, rojo, blanco, azul, adelgazante, relajante, antioxidante, rooibos, con caramelo, earl grey, manzanilla, limón, anís, con especies, menta, chocolate, exótico o cásico?

 ¿Y el café? ¿normal, descafeinado,  expreso, delizzioso, lungo, ristretto, livanto, roma,  arpeggio, volutto, cossi, capriccio,  de India, de Colombia, de Brasil? 

¿Con leche desnatada, semi desnatada, sin lactosa, con calcio, de soja, se soja con calcio, de almendras, de avena, entera, entera con calcio o sin lactosa?

¿Quieres comer carne de cerdo, pavo, pollo, conejo, pato, caballo, vaca, toro, ternera, cordero, de caza o pescado?,  ¿mariscos o moluscos?

¿Prefieres el arroz blanco normal, basmati o integral?  ¿De cocción rápida o tradicional?

La pasta: ¿te apetece raviolis, tortellinis ñoquis, tallarines, macarrones, caracoles, hélices, spaguettis, lasagna?, ¿normales o con sabores? Con salsa: napolitana, matricciana, putanesca, roquefort, campestre, de tomate?

¿Que deseas beber? Cocacola, cocacola, ligth, cocacola zero, fanta limón, fanta naranja, sprite, Pepsi, Pepsi light?.

¿Y el vino?, ¿blanco, tinto, rojo, rosado?

¿Yogurt normal, con frutas, desnatado, semi desnatado, de soja, con probióticos, natural, azucarado, light?”



Vivir en la toma diaria de decisiones acerca de lo que vas a comer aparte de las decisiones diarias inherentes a la vida: trabajo, hogar, amigos, estudios, proyectos, planes, libros, películas. Para terminar comiendo en la calle porque no tienes tiempo de cocinar.

Si no tienes eso, no tienes un estilo de vida “cómodo”. Eres alguien que come lo que haya, lo que pudiste comprar ese mes, que muchas veces no es lo que verdaderamente deseas.  En tu despensa hay lo suficiente para llegar al próximo mes o incluso menos y debes comprar siempre algo entremedio. Quizás eso te haga gastar más. Pero vas comprando a medida que vas teniendo dinero para hacerlo.

O sea eres una persona que no tiene un estilo de vida “cómodo”. Pero tampoco tienes que pasarte la vida pensando qué clase de café debes tomarte hoy.

También puede que no tengas nada en la nevera, o lo más básico. Ahí sí que la cosa puede tener dos opciones: o no tienes dinero para comprar nada, o tienes tanto dinero que no necesitas comprar nada para comer porque todo lo comes fuera.

Un dicho dice: “eres lo que comes”, yo agrego “Comes como vives”

domingo, 28 de abril de 2013

De ayer, hoy y mañana


Hoy escribo para contarles en que ando. 

Desde hace días quiero escribir. Primero quería hacerlo sobre la situación de Venezuela. El tema político y electoral, los dimes y diretes, la evidente manipulación de los resultados electorales, la locura desatada por el poder, la violencia, las muertes, los insultos, la demagogia. Si la demagogia, que es lo que explica lo que le está sucediendo a mi país. Para los que no saben o no recuerdan el significado del término, les dejo una cita wiki: 

"La demagogia, según Platón y Aristóteles, puede producir (como crisis extrema de la democracia), la instauración de un régimen autoritario oligárquico o tiránico, que más frecuentemente nace de la práctica demagógica que ha eliminando así a toda oposición. En estas condiciones, los demagogos, arrogándose el derecho de interpretar los intereses de las masas como intérpretes de toda la nación, confiscan todo el poder y la representación del pueblo e instauran una tiranía o dictadura personal. En sentido contrario y paradójicamente, muy habitualmente las dictaduras se han instalado sosteniendo que lo hacían para terminar con la demagogia"

Esto sólo una parte, hay mucho más y casi todo es una radiografía del acontecer socio político de Venezuela desde el pasado 14 de abril, incluso antes, pero esa es otra historia. 

Entonces quería escribir sobre eso, sobre lo que pienso y siento, contar que salí a protestar en Barcelona, como nunca salí a protestar en Caracas. Eso me sorprendió muchísimo a mí misma. Quizá el estar fuera, contrariamente a lo que muchos creen, aviva en los emigrados un tipo de amor distinto. Como cuando ves que tu casa se quema, se destruye, y le echas baldecitos de agua, tratando de evitar lo inevitable.

No es que quiera ser pesimista, pero lo que ocurre en Venezuela, no se apaga con baldecitos, ni con cacerolas, ni con discursos. Sólo hay dos salidas: aguantar y esperar que todo caiga por su propio peso, ayudando diariamente con acciones a que las bases oficialistas se debiliten aún más de lo que están, o salir y romperlas de un hachazo. No soy yo quién para decir lo que debe hacerse, cada uno tiene sus consecuencias, y ninguna es positiva, al menos en inmediatez. 

Sufro al ver cómo se fracciona mi país, cómo está dividido y sobre todo cómo la ineptitud puede más que el sentido común. Cómo los rencores no han sanado, cómo la brecha crece.

Sin embargo no escribí nada sobre eso. Al menos no aquí. 

Pero ayer, y ahora retomo para contar en lo que ando,  fui a ver "Ayer no termina nunca" de Isabel Coixet. 

Fui yo sola, como parte de una de mis tareas de "El Camino del Artista", un taller- curso- proceso de doce semanas, orientado al descubrimiento y rescate de la propia creatividad. Esta tarea es " La cita con el Artista" y se trata de irte de paseo con tu artista, contigo mismo, a donde desees. A donde te pida tu artista ir. A mí me pedía ir al cine y a ver esa película, y no se equivocó.

No voy a explicar aquí de lo que se trata la película. Quien desee verla, encontrará en ella una magnífica propuesta cinematográfica, con excelentes interpretaciones, un guión conmovedor y bastante crudo, crítico e inteligente y una fantástica dirección. Vamos, que vayan a verla. Está de más decirlo.

Lo que quiero escribir aquí es lo que me hizo pensar, lo que provocó en mí "Ayer no termina nunca" o cómo nos quedamos enganchados en los buenos tiempos, en las tragedias, en el pasado, sea cual fuere. El dolor que no termina, la nostalgia de lo que fuimos, la incerteza de lo que somos, la tristeza de que todo lo que soñamos se ha esfumado, a veces, para siempre.

Pienso en mis propios ayeres, en las cosas en las que creía, las palabras, las ilusiones. Y vienen a mi cabeza tantas escenas, alegrías, llantos, amores, desamores, logros, frustraciones, verdades a secas, mentiras disimuladas, propias y ajenas. Etapas superadas y  otras que  no tanto. Y me pongo a revisar en mis tragedias, buscar algo que sea tan difícil de dejar atrás que no hay manera de hacerlo. 

Encuentro muchos recuerdos tristes y varios rencores mordiéndome de vez en cuando, asaltándome cuando estoy desprevenida, arrepentimientos atroces, culpas a medio digerir.

Pero un hecho trascendental, absolutamente imborrable, un dolor inacabable y permanente, no tengo. ¿debería sentirme afortunada? o ¿debería sentirme inacabada? , ¿ debería esperar que llegara de un momento a otro? .  No sé, quizá ninguna de las anteriores, muy probablemente ninguna de las anteriores. Lo que hay es lo que hay, lo que habrá ya llegará, como todo llega y como siempre, sin que yo lo controle.

Después, la peli, que también es una crítica  política muy fuerte, me hizo reflexionar sobre las situaciones de mis dos países: el que nací y del cual emigré, y al que decidí venir hace tres años. 

Es evidente y por todos conocida la historia que los une. Pero que no es sólo historia pasada, es también presente. Aunque nos creamos distintos culturalmente, que tampoco lo somos demasiado (creo que la brecha cultural la vamos cavando nosotros mismos), estamos más conectados de lo que creemos.

Y no me refiero a las costumbres, gastronomía, tradiciones o formas de ver la vida. Me refiero a algo más profundo.  Si transformáramos a España y a Venezuela en personajes de una obra de teatro, o de una novela, veríamos que sus complejidades los acercan más de lo que los separan.

En uno, el pasado es tan fuerte que no puede dejarlo atrás y su punto de no retorno, su tragedia, no le permite ver otras posibilidades.

En otro, la negación de su tragedia es tal, que no se da cuenta que tiene que caer y tocar fondo, para poder levantarse y seguir adelante, sin el fantasma que lo persigue y lo atormenta.

Estos son los personajes de la película de Coixet.

En ellos pude ver mucho más que una pareja destrozada por el dolor y la pérdida.  

Me he visto a mí, he visto a algunas personas que conozco, he visto incluso la analogía que acabo de hacer.

He visto que el futuro puede o no depender de nosotros y de nuestra manera de afrontar el presente. 

He visto que somos absolutamente vulnerables, aunque nos creamos dueños de la verdad. 

He visto que el pasado puede ser una espada de Damocles, siempre que lo permitamos. 

Y también puede ser la base para construir lo nuevo, para cambiar y para aceptar que nuestras tragedias no superadas y no aceptadas son nuestro principal enemigo como individuos y como sociedad.

He visto que es sumamente difícil que el mundo cambie pero que si dejamos que muera esa  ilusión no tenemos nada. No hay motivo para continuar.

Y necesitamos un motivo. 

Y creer que todo saldrá bien.

Mujer con Girasol, Ana Maria Abello (2006)
La coloco porque me gusta y ya.


ShareThis

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...