jueves, 19 de agosto de 2010

Bebe + Carlos Jean Tiempo



Hoy sopla viento del suroeste
De máxima tendremos 18
y de mínima 13... Mi número

Acabo de despertar y con el tiempo voy aprendiendo
Que la mañana te ayuda a ver las cosas con más claridad
Que lo que antes dolía mucho
Hoy tiene algodones en las esquinas
Y empieza a ser como una caricia
Y duele menos, mucho menos
Que el tiempo juega un papel muy importante
Y nos lo están quitando por todas partes

Tiempo

No se puede construir ná, ná de ná, ná
Tiempo, pa volver a casa tu quieres tiempo
Pa encontrar la calma necesitas tiempo
Pa tomar tus decisiones, tiempo
Pa tocarte los cojones, tiempo
Pa pasarlo con tus hijos, tiempo
Pa fumarte un cigarrito, tiempo
Pa perder el tiempo, tiempo
Pa disfrutar el momento, tiempo
Pa coger un autobús, tiempo
Pa decirle al jefe quiero tiempo
Pa mirar al cielo quiero tiempo
Pa escuchar las canciones tomate tu tiempo
Pa currar yo mido siempre el tiempo
Pa disfrutar quiero que sobre el tiempo
Yo pa coger olitas quiero tiempo

Tiempo

Pa dedicarselo a tu cuerpo, tiempo
Pa contarle a un niño un cuento, tiempo
Pa valorar que vas haciendo, tiempo
Para parar si vas corriendo, tiempo
Pa desahogar la mala ostia, tiempo
Y pa que nadie se la coma, tiempo
Pa sacar tus conclusiones, tiempo
Pa saber donde te pones, tiempo´
Pa respirar, tiempo pa llorar, tiempo
Pa volver a respirar, tiempo
Tiempo, pa dejar que ten den besos, pa reirte

Acabo de despertar y con el tiempo voy aprendiendo
Que la mañana te ayuda a ver las cosas con más claridad
Que lo que antes dolía mucho
Hoy tiene algodones en las esquinas
Y empieza a ser como una caricia
Y duele menos, mucho menos

Tiempo, pa volver a casa tu quieres tiempo
Pa encontrar la calma necesitas tiempo
Pa tomar tus decisiones, tiempo
Pa tocarte los cojones, tiempo
Pa pasarlo con tus hijos, tiempo
Pa fumarte un cigarrito, tiempo
Pa perder el tiempo, tiempo
Pa disfrutar el momento, tiempo
Pa coger un autobús, tiempo
Pa decirle al jefe quiero tiempo
Pa mirar al cielo quiero tiempo
Pa escuchar las canciones tomate tu tiempo
Pa currar yo mido siempre el tiempo
Pa disfrutar quiero que sobre el tiempo
Yo pa coger olitas quiero tiempo

Tiempo

Tiempo, pa volver a casa tu quieres tiempo
Pa encontrar la calma necesitas tiempo
Pa tomar tus decisiones, tiempo
Pa tocarte los cojones, tiempo
Pa pasarlo con tus hijos, tiempo
Pa fumarte un cigarrito, tiempo
Pa perder el tiempo, tiempo

viernes, 6 de agosto de 2010

Hay que ser realmente Idiota para....




Hace años que me doy cuenta y no me importa, pero nunca se me ocurrió escribirlo porque la idiotez me parece un tema muy desagradable, especialmente si es el idiota quien lo expone.
Puede que la palabra idiota sea demasiado rotunda, pero prefiero ponerla de entrada y calentita sobre el plato aunque los amigos la crean exagerada, en vez de emplear cualquier otra como tonto, lelo o retardado y que después los mismos amigos opinen que uno se ha quedado corto. En realidad no pasa nada grave pero ser idiota lo pone a uno completamente aparte, y aunque tiene sus cosas buenas es evidente que de a ratos hay como una nostalgia, un deseo de cruzar a la vereda de enfrente donde amigos y parientes están reunidos en una misma inteligencia y comprensión, y frotarse un poco contra ellos para sentir que no hay diferencia apreciable y que todo va benissimo. Lo triste es que todo va malissimo cuando uno es idiota, por ejemplo en el teatro, yo voy al teatro con mi mujer y algún amigo, hay un espectáculo de mimos checos o de bailarines tailandeses y es seguro que apenas empiece la función voy a encontrar que todo es una maravilla. Me divierto o me conmuevo enormemente, los diálogos o los gestos o las danzas me llegan como visiones sobrenaturales, aplaudo hasta romperme las manos y a veces me lloran los ojos o me río hasta el borde del pis, y en todo caso me alegro de vivir y de haber tenido la suerte de ir esa noche al teatro o al cine o a una exposición de cuadros, a cualquier sitio donde gentes extraordinarias están haciendo o mostrando cosas que jamás se habían imaginado antes, inventando un lugar de revelación y de encuentro, algo que lava de los momentos en que no ocurre nada más que lo que ocurre todo el tiempo.
Y así estoy deslumbrado y tan contento que cuando llega el intervalo me levanto entusiasmado y sigo aplaudiendo a los actores, y le digo a mi mujer que los mimos checos son una maravilla y que la escena en que el pescador echa el anzuelo y se ve avanzar un pez fosforecente a media altura es absolutamente inaudita. Mi mujer también se ha divertido y ha aplaudido, pero de pronto me doy cuenta (ese instante tiene algo de herida, de agujero ronco y húmedo) que su diversión y sus aplausos no han sido como los míos, y además casi siempre hay con nosotros algún amigo que también se ha divertido y ha aplaudido pero nunca como yo, y también me doy cuenta de que está diciendo con suma sensatez e inteligencia que el espectáculo es bonito y que los actores no son malos, pero que desde luego no hay gran originalidad en las ideas, sin contar que los colores de los trajes son mediocres y la puesta en escena bastante adocenada y cosas y cosas. Cuando mi mujer o mi amigo dicen eso --lo dicen amablemente, sin ninguna agresividad-- yo comprendo que soy idiota, pero lo malo es que uno se ha olvidado cada vez que lo maravilla algo que pasa, de modo que la caída repentina en la idiotez le llega como al corcho que se ha pasado años en el sótano acompañando al vino de la botella y de golpe plop y un tirón y no es mas que corcho. Me gustaría defender a los mimos checos o a los bailarines tailandeses, porque me han parecido admirables y he sido tan feliz con ellos que las palabras
nteligentes y sensatas de mis amigos o de mi mujer me duelen como por debajo de las uñas, y eso que comprendo perfectamente cuánta razón tienen y cómo el espectáculo no ha de ser tan bueno como a mí me parecía (pero en realidad a mí no me parecía que fuese bueno ni malo ni nada, sencillamente estaba transportado por lo que ocurría como idiota que soy, y me bastaba para salirme y andar por ahí donde me gusta andar cada vez que puedo, y puedo tan poco). Y jamás se me ocurriría discutir con mi mujer o con mis amigos porque sé que tienen razón y que en realidad han hecho
muy bien en no dejarse ganar por el entusiasmo, puesto que los placeres de la inteligencia y la sensibilidad deben nacer de un juicio ponderado y sobre todo de una actitud comparativa, basarse como dijo Epicteto en lo que ya se conoce para juzgar lo que se acaba de conocer, pues eso y no otra cosa es la cultura y la sofrosine. De ninguna manera pretendo discutir con ellos y a lo sumo me limito a alejarme unos metros para no escuchar el resto de las comparaciones y los juicios, mientras trato de retener todavía las últimas imágenes del pez fosforecente que flotaba en mitad del escenario, aunque ahora mi recuerdo se ve inevitablemente modificado por las críticas inteligentísimas que acabo de escuchar y no me queda más remedio que admitir la mediocridad de lo que he visto y que sólo me ha entusiasmado porque acepto cualquier cosa que tenga colores y formas un poco diferentes. Recaigo en la conciencia de que soy idiota, de que cualquier cosa basta para alegrarme de la cuadriculada vida, y
entonces el recuerdo de lo que he amado y gozado esa noche se enturbia y se vuelve cómplice, la obra de otros idiotas que han estado pescando o bailando mal, con trajes y coreografías mediocres, y casi es un consuelo pero un consuelo siniestro el que seamos tantos los idiotas que esa noche se han dado cita en esa sala para bailar y pescar y aplaudir. Lo peor es que a los dos días abro el diario y leo la crítica del espectáculo, y la crítica coincide casi siempre y hasta con las mismas palabras con
o que tan sensata e inteligentemente han visto y dicho mi mujer o mis amigos. Ahora estoy seguro de que no ser idiota es una de las cosas más importantes para la vida de un hombre, hasta que poco a poco me vaya olvidando, porque lo peor es que al final me olvido, por ejemplo acabo de ver un pato que nadaba en uno de los lagos del Bois de Boulogne, y era de una hermosura tan maravillosa que no pude menos que ponerme en cuclillas junto al lago y quedarme no sé cuánto tiempo mirando su hermosura, la alegría petulante de sus ojos, esa doble línea delicada que corta su pecho en el agua del lago y que se va abriendo hasta perderse
en la distancia. Mi entusiasmo no nace solamente del pato, es algo que el pato cuaja de golpe, porque a veces puede ser una hoja seca que se balancea en el borde de un banco, o una grúa anaranjada, enormísima y delicada contra el cielo azul de la tarde, o el olor de un vagón de tren cuando uno entra y se tiene un billete para un viaje de tantas horas y todo va a ir sucediendo prodigiosamente, el sándwich de jamón, los botones para encender o apagar la luz (una blanca y otra violeta), la ventilación regulable, todo eso me parece tan hermoso y casi tan imposible que tenerlo ahí a mi alcance me llena de una especie de sauce interior, de una verde lluvia de delicia que no debería terminar más. Pero muchos me han dicho que mi entusiasmo es una prueba de inmadurez (quieren decir que soy idiota, pero eligen las palabras) y que no es posible entusiasmarse así por una tela de araña que brilla al sol, puesto que si uno incurre en semejantes excesos por una tela de araña llena de rocío, ¿qué va a dejar para la noche en que den King Lear? A mí eso me sorprende un poco, porque en realidad el entusiasmo no es una cosa que se gaste cuando uno es realmente idiota, se gasta cuando uno es inteligente y tiene sentido de los valores y de la historicidad de las cosas, y por eso aunque yo corra de un lado a otro del Bois de Boulogne para ver mejor el pato, eso no me impedirá esa
misma noche dar enormes saltos de entusiasmo si me gusta como canta Fischer Dieskau. Ahora que lo pienso la idiotez debe ser eso: poder entusiasmarse todo el tiempo por cualquier cosa que a uno le guste, sin que un dibujito en una pared tenga que verse menoscabado por el recuerdo de los frescos de Giotto en Padua. La idiotez debe ser una especie de presencia y recomienzo constante: ahora me gusta esta piedrita amarilla, ahora me gusta "L'année dernière à Marienbad", ahora me gustas tú, ratita, ahora me gusta esa increíble locomotora bufando en la Gare de Lyon, ahora me gusta ese cartel arrancado y sucio. Ahora me gusta, me gusta tanto, ahora soy yo, reincidentemente yo, el idiota perfecto en su idiotez que no sabe que es idiota y goza perdido en su goce, hasta que la primera frase inteligente lo devuelva a la conciencia de su idiotez y lo haga buscar presuroso un cigarrillo con manos torpes, mirando al suelo, comprendiendo y a veces aceptando porque también un idiota tiene que vivir, claro que hasta otro pato u otro cartel, y así siempre.


Julio Cortázar.

miércoles, 23 de junio de 2010

Necro-Lógica



A mediados del año pasado se me metió en la cabeza una historia, una mujer que llegaba a la Morgue convencida de haber ya fallecido. La mujer y su absurda afirmación me rondaban la cabeza, aparecían de pronto cuando menos lo esperaba y cuando estaba pensando en cualquier otra cosa. ¿Y que hago yo con esto? me preguntaba, ¿que es lo que quiere esta mujer?, ¿porque se me metió esa idea tan loca en la cabeza? (supongo que vivir cerca de los predios de la Morgue de Bello Monte y pasar todos los días por ahí viendo centenares de personas esperando los cuerpos de sus seres queridos llegó a mi subconciente). Estuve pensando mucho rato que hacer con ese cuento, está claro que tenía el inicio, pero ¿y luego que?. Recuerdo perfectamente la noche es que todo se pintó delante de mi tan claro y preciso: Yo caminando (ejercitandome) por las calles empinadas de Colinas escuchando... bien no se que escuchaba porque en realidad mi cerebro estaba en otro lado, no sé ni como caminaba la verdad. En fin yo, caminando a paso apresurado, y la historia en mi cabeza de pe a pa, la primera versión claro, el primer impulso, crudo, intuitivo. Al día siguiente escribí desde el medio día hasta las 8 de la noche, una obra breve donde al fin la mujer llega a la Morgue reclamando su derecho a estar muerta si así lo quiere.

Ya tenía lo más importante, me atreví a soltar la mano y a escribir tras varios intentos frustrados por encontrar una idea original para una obra.Después de varios talleres de dramaturgia y dialogación, sólo había hecho adaptaciones de cuentos breves (Final del Juego, El Gigante Egoísta, etc) y algunos ejercicios cortos, por lo que debo decir que me encanta dialogar y es lo que había asumido como mi fuerte

Pero una idea original me costaba retenerla porque siempre pensaba que no era lo suficientemente buena o no terminaba de darle forma. Por esto la insistencia de esta mujer me tomó por sorpresa y decidí sacarla de mi cabeza de un tirón.

Así escribi el primer borrador y lo envié a dos amig@s dramaturgos para que me dieran su opinión, muy acertada por cierto. Analicé y reescribí lo que creí necesario y dije bueno, está lista, ya me saque a la mujer de la cabeza y todos contentos, quizá haría algo con eso, más adelante.

Resultó que no mucho más adelante supe que Monte Ávila volvía a abrir la convocatoria para el Concurso de Autores Inéditos en su Edición del 2010. Así que pensé en enviarla, con un poco de suspicacia por cierto. Volví a releer y me di cuenta que todavía podía escribir más y enviarla al concurso, no perdía nada.

Así lo hice y nada perdí, al contrario ¡Gané!, ¡mi obra fue seleccionada junto a otra como ganadoras en la categoría de dramaturgia!. Y ahi entendí que era lo que buscaba la mujercita que se metió en mi cabeza....

He aquí el veredicto del Jurado conformado por Mónica Montañez,Rodolfo Porras y Rodolfo Santana:

Necro- lógica fue considerada “una breve pieza con un diálogo excelente. Una mujer dispuesta a morir acude a la morgue para informarse de los trámites a efectuar para lograr su cremación. Oscilando entre la soledad, la ilusión y un corrosivo humor negro nos muestra la obsesión por la muerte e, igualmente, lo hermoso de una vida donde se cumplen los sueños”.
Y como dice uno de los personajes " Quien dice que la muerte no es un inicio"....quizá este podría ser el mío.

miércoles, 13 de enero de 2010

Brecht Dixit



Caracas 10/09/09

Esta mañana me he levantado y no precisamente con la misma energía de los Hombres G, mientras me vestía sin saltos mortales, veo las noticias en la tele a ver que es lo que me espera este día. Usualmente acepto los dimes y diretes, tolero las necedades políticas, los discursos aburridos, me trago la indignación, escucho el prontuario de fallecidos que luego corroboro al salir de mi casa cuando paso por la Morgue de Bello Monte, al ver el gentío que espera como esperando a Godot. Usualmente tengo un millón de cosas que hacer que me ocupan la mente, pero hoy, aunque seguía teniendo muchas cosas que hacer no puede quitarme de la cabeza un reportaje sobre los 10 años de la tragedia de vargas, no vi mucho porque era hora de irme, pero lo que vi fue suficiente para entender, no entender no, reflexionar acerca de lo que nos está pasando. En este reportaje se mostraba como están las cosas 10 años después de lo ocurrido, nosotros ya lo sabemos, parece que no hubiese pasado el tiempo, pero lo que me rebosó la paciencia fue escuchar a un grupo de habitantes declarar que ahora (si ahora en el 2009) les están echando una mano, que ahora tiene luz y agua, que ahora.... y que gracias, que muchas gracias.

Venezuela y todos su habitantes pareciéramos tener el perfil psicológico de una mujer maltratada por cada uno de los maridos que ha tenido, y que siempre piensa que el próximo seguro es mejor y que esta vez sí, hasta que el otro también la golpea y la deja moreteada, acabada, sufrida, y ella espera que el que venga no sea tan malo, sin darse cuenta que es ella quien tiene que decir basta, quien tiene que cambiar su patrón de conducta y no esperar que el marido que venga ojalá y no la golpee, es ella quien tiene que poner las reglas y decir, no tú no me haces esto porque yo valgo, y hacerse respetar y entender que es un orgullo para el marido estar con ella y no al revés.

Tenemos señoras y señores baja autoestima, creemos que todo es un favor, que fulano o sultano es tan bueno conmigo que dios lo bendiga, que me da pan, que me da unos bloques, que me da un poquito de agua, que me pone un bombillo, que me dice que mando yo y me administra la plata, figúrate tu que no tengo que ni siquiera pensar un poquito, porque él, tan bueno, lo hace por mí y me dice que decir y me hace entender la verdad que hasta ahora yo no había visto. Tan bueno mi marido.

Esta es una historia que se repite, desde hace diez, veinte, treinta años , y que se seguirá repitiendo si importar ideología y color , hasta que nosotros, cada uno de nosotros, no los de un lado o los del otro, no los pobres o los ricos, los inteligentes o los ignorantes, los profesionales o los que no lo son, sino ABSOLUTAMENTE TODOS en conjunto al fin entendamos que no podemos dejar que nos maltraten que nos vean las caras de pendejos y que hagan con nosotros lo que la majestad de turno le parezca. Ni ahora ni nunca el poder lo ha ejercido el pueblo, el poder lo ejerce siempre quien está al mando, que aprieta aquí y suelta allá, que nos hace creer que nos ama pero lo que verdaderamente ama es al poder que le damos como corderos.

Según una cuña de tv en Venezuela están creciendo muchas cosas, y es cierto, pero lo que está creciendo la intolerancia, está creciendo el sectarismo, está creciendo la ignorancia, está creciendo la necedad, esta creciendo la impaciencia, están creciendo discursos huecos, trasnochados está creciendo la ceguera.

Otra dice que "a Venezuela cómo la quiero", y esa es otra mentira, a Venezuela no la queremos ninguno, porque de hacerlo las cosas habrían sido de otra forma, desde hace mucho tiempo ya.

"Primero es comer, después la moral" escribió el maestro alemán, y mientras esta fórmula siga gobernando nuestro pensamiento seguiremos quejándonos, seguiremos sufriendo, seguiremos echándole la culpa al marido de turno, seguiremos aguantando.

Citando nuevamente a Brecht culmino diciendo : "La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer."

Saludos a todos.
N.P

ShareThis

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...