Hoy en día no es raro ver por todas partes diversos anuncios que afirman enseñarte hacer cualquier cosa. Las redes sociales y en general el mundo 2.0 ha generado un sin fin de expertos sobre algo que siempre pueden enseñarte a hacer lo que ellos y ellas saben hacer.
Hay expertos para todo y de pronto todos son (mos) expertos en algo: cocina, marketing, fitness, alimentación, fotografía, escritura, redes sociales, plantas, animales, ventas, diseño, emprendeduría, comunicación, crecimiento personal, creatividad, manualidades, viajes, ocio, gastronomía, arte, etc. me quedo corta, la lista es interminable.
Y la verdad es que todo es está muy bien, compartir el conocimiento, aprender de alguien que sabe más que nosotros sobre un tema determinado, sin importar que no vivamos en el mismo país o incluso que hablemos el mismo idioma.
Sin embargo, a veces tengo ataques de nostalgia por descubrir algo y creer que he logrado lo que nadie antes ha logrado. Como dice un dicho popular "descubrir el agua tibia".
Yo soy de las últimas generaciones que no creció con internet. Que para investigar para un trabajo tenía que ir a las bibliotecas, que no sabía mucho de lo que pasaba al otro lado del mundo si no lo daban en las noticias, que escribía los trabajos a mano o a máquina de escribir ( primero manual, después eléctrica), que no sabía lo que era un sms ni mucho menos un whatssap, que tuvimos nuestra primera dirección de email por allí en 1998, que no sabía que pasaría en el 2000.
Un mundo donde al parecer los expertos estaban cada uno en lo suyo y sólo podían compartirlo con quienes estuvieran a su lado, de ahí la figura del "Maestr@" como un@ super expert@ en su campo que tenía unos aprendices a los que transmitía su conocimiento y éstos iban aprendiendo poco a poco, también en el hacer, en el ensayo y error, hasta encontrar una manera particular de realizar un trabajo, un resultado que podía llegar después de muchos años, un descubrimiento que los hacía crecer en lo que fuere que hicieran.
Y es que aunque el mundo virtual nos ha dado mucho y el acceso a la información es inmediato, la verdad es que hemos tenido que pagar un precio, puede que alto. Hemos perdido la capacidad de descubrir, o al menos de creer que estamos descubriendo algo.
De pronto tenemos una idea brillante y lo primero que hacemos en googlearla, para encontrar que a una o a muchas personas ya se les ha ocurrido. Es normal claro, pero antes de la expertonitis explosiva de los últimos tiempos, no lo sabíamos.
Me viene a la memoria aquel vídeo de la niña que descubre la lluvia por primera vez. Su emoción y su alegría, absolutamente maravillada por el agua que cae del cielo. Muchos la vimos en internet, por supuesto ¿No sería grandioso volver a sentir eso? en la casa, en el trabajo.
Volver a despertar la curiosidad de inventar algo sin buscarlo en internet, inventar una receta, encontrar una "nueva forma" de hacer lo que hacemos siempre,o hacer algo distinto sin que un experto nos diga el cómo.
Descubrir nuestra propia manera, aunque seguramente también sea la manera de otra persona, pero quedarnos con la inocente creencia de que somos únicos. Quizá ésto nos motive a hacer nuestro trabajo con más entusiasmo, a disfrutar un poco más del inventar y aprender por el camino en lugar de esperar que un señor o señora nos diga cómo hacerlo. Que quizá sea más rápido, pero puede que no sea tan divertido.
Y no deja de ser irónico que para decir ésto utilice la tecnología 2.0. Si no...¿cómo podría decirlo?
lunes, 18 de mayo de 2015
Descubrir el mundo o ya todo está inventado?
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lunes, 4 de mayo de 2015
Entre la "mujer ficticia" y la "mujer real"... Qué mujer hay?
Ayer fue el día de la madre en España. El FB pululaba de mensajes a las mejores madres del mundo y a las mujeres más valientes del universo. Yo abrí dos de éstos artículos que me llamaron la atención, ambos relacionados con la maternidad, claro.
El primero, que me ha hecho reflexionar sobre lo que quiero escribir el éste post, se llama 10 retratos de una maternidad salvaje y se trata, como su título indica, de 10 fotos de mujeres y sus cuerpos post parto, cuerpos de madre de abdomen surcado por estrías y cicatrices. 10 imágenes subrayadas por frases como:
"Mira todas estas marcas. Mira cómo dibujan una historia tierna y perfecta. Una historia sobre el amor y sobre el futuro. Una eternidad" , "Dejaron entonces crecer sus heridas, sus estrías, sus enormes cicatrices. Las dejaron crecer como quien deja a un pájaro en libertad", "Salvaje, como sinónimo de natural. Natural, como sinónimo de gran belleza"
¡Genial!, una aceptación total del propio cuerpo. De lo hermoso de haber llevado una vida dentro y de aceptar en el cuerpo de ahora, las huellas milagrosas de la maternidad. Imágenes poderosas de lo que se ha llamado en los últimos tiempos "mujeres reales" aludiendo al hecho de que el prototipo de mujer delgada, sin estrías, marcas, celulitis o gorditos aquí y allá, es sólo producto del photoshop, de la obsesión enfermiza por la delgadez , un invento del marketing , una ilusión óptica, una mentira.
¡Y claro que lo es! sin embargo el prototipo de la "mujer real" que viene ganando fuerza, gracias también al marketing, es igualmente peligroso. La mujer real se define entonces como la mujer al natural, sin maquillaje, sin "retoques", sin ocultar las perfectas imperfecciones de su cuerpo. Y también casi siempre el término "mujer real" se relaciona con mujeres de complexión gruesa, o con mujeres como las del foto reportaje que mencioné arriba, lo que sigue dejando un margen abismal de mujeres reales que son delgadas o atléticas, que les gusta cuidar su cuerpo y estar saludables , ya sean madres o no.
También el término "Mujer real" sirve de tapadera para una gran cantidad de mujeres que deciden dejar de cuidarse a sí mismas, abrazan el sobrepeso, no por complexión sino por gula, dejan de arreglarse mínimamente, no por comodidad sino por pereza, dejan de mimar su cuerpo porque "todos los productos que venden son para sacar dinero", dejan de hacer ejercicio, es decir, se dejan de querer a sí mismas aunque están realmente convencidas de que se aceptan como son. El marketing puede convencernos de cualquier cosa.
A éstas alturas yo me pregunto: ¿Para ser una mujer real hay que abandonar todo tipo de cuidado personal? ¿O se trata de aceptar lo que tienes sin dejar de cuidarte por ello? ¿Está mal querer mejorar físicamente? ¿Una mujer "en forma" no es una mujer real?
Existe una línea muy fina en ambos sentidos que hay que tener cuidado de no traspasar.
Por un lado está la obsesión por la belleza, reforzada por la baja autoestima y la necesidad de gustar a los demás.
Por otro lado está la obsesión por lo natural, reforzada por una baja autoestima y la necesidad de que los demás nos acepten como somos.
Y vuelvo a preguntar: ¿Acaso no es mejor cuidarnos, llevar un estilo de vida saludable, gustarnos y ser aceptadas por nosotras mismas? ¿Entre una talla 36 y una 44, qué es más "real"? ¿Porqué nos seguimos definiendo por el peso en lugar de definirnos por nuestra propia salud?
Para mí ésta es la clave; más allá de los abdominales, la celulitis, las estrías, la edad o la maternidad. Si de verdad queremos nuestro cuerpo, ¿porqué no cuidarlo?. La necesidad de responder a patrones marcados desde fuera nos gana la partida y generalmente éstos patrones nos encasillan y nos dejan sin opciones. O blanco o negro.
Y es que en la pelea entre "Mujer Ficticia vs. la Mujer Real", quien sale perdiendo es la Mujer. Una vez más somos incapaces renunciar a las etiquetas y plantar un punto medio.
Particularmente yo, soy delgada por complexión, de poco pecho, con grasita aquí y allá. Me gusta verme bien, sentirme ágil y con fuerza, me gusta comer sano, aunque me encantan las pizzas, la hamburguesas y el chocolate. Trato de buscar opciones para mi apetito de dulces y me hago postres bajos en grasa y azúcares, hago ejercicio y trato de ser constante. Busco un equilibrio entre verme bien, gustarme, estar saludable y disfrutar de comer y beber cosas que me gustan. Cuido mi piel, tomo agua, no fumo y duermo todo lo que puedo.
El primero, que me ha hecho reflexionar sobre lo que quiero escribir el éste post, se llama 10 retratos de una maternidad salvaje y se trata, como su título indica, de 10 fotos de mujeres y sus cuerpos post parto, cuerpos de madre de abdomen surcado por estrías y cicatrices. 10 imágenes subrayadas por frases como:
"Mira todas estas marcas. Mira cómo dibujan una historia tierna y perfecta. Una historia sobre el amor y sobre el futuro. Una eternidad" , "Dejaron entonces crecer sus heridas, sus estrías, sus enormes cicatrices. Las dejaron crecer como quien deja a un pájaro en libertad", "Salvaje, como sinónimo de natural. Natural, como sinónimo de gran belleza"
¡Genial!, una aceptación total del propio cuerpo. De lo hermoso de haber llevado una vida dentro y de aceptar en el cuerpo de ahora, las huellas milagrosas de la maternidad. Imágenes poderosas de lo que se ha llamado en los últimos tiempos "mujeres reales" aludiendo al hecho de que el prototipo de mujer delgada, sin estrías, marcas, celulitis o gorditos aquí y allá, es sólo producto del photoshop, de la obsesión enfermiza por la delgadez , un invento del marketing , una ilusión óptica, una mentira.
¡Y claro que lo es! sin embargo el prototipo de la "mujer real" que viene ganando fuerza, gracias también al marketing, es igualmente peligroso. La mujer real se define entonces como la mujer al natural, sin maquillaje, sin "retoques", sin ocultar las perfectas imperfecciones de su cuerpo. Y también casi siempre el término "mujer real" se relaciona con mujeres de complexión gruesa, o con mujeres como las del foto reportaje que mencioné arriba, lo que sigue dejando un margen abismal de mujeres reales que son delgadas o atléticas, que les gusta cuidar su cuerpo y estar saludables , ya sean madres o no.
También el término "Mujer real" sirve de tapadera para una gran cantidad de mujeres que deciden dejar de cuidarse a sí mismas, abrazan el sobrepeso, no por complexión sino por gula, dejan de arreglarse mínimamente, no por comodidad sino por pereza, dejan de mimar su cuerpo porque "todos los productos que venden son para sacar dinero", dejan de hacer ejercicio, es decir, se dejan de querer a sí mismas aunque están realmente convencidas de que se aceptan como son. El marketing puede convencernos de cualquier cosa.
A éstas alturas yo me pregunto: ¿Para ser una mujer real hay que abandonar todo tipo de cuidado personal? ¿O se trata de aceptar lo que tienes sin dejar de cuidarte por ello? ¿Está mal querer mejorar físicamente? ¿Una mujer "en forma" no es una mujer real?
Existe una línea muy fina en ambos sentidos que hay que tener cuidado de no traspasar.
Por un lado está la obsesión por la belleza, reforzada por la baja autoestima y la necesidad de gustar a los demás.
Por otro lado está la obsesión por lo natural, reforzada por una baja autoestima y la necesidad de que los demás nos acepten como somos.
Y vuelvo a preguntar: ¿Acaso no es mejor cuidarnos, llevar un estilo de vida saludable, gustarnos y ser aceptadas por nosotras mismas? ¿Entre una talla 36 y una 44, qué es más "real"? ¿Porqué nos seguimos definiendo por el peso en lugar de definirnos por nuestra propia salud?
Para mí ésta es la clave; más allá de los abdominales, la celulitis, las estrías, la edad o la maternidad. Si de verdad queremos nuestro cuerpo, ¿porqué no cuidarlo?. La necesidad de responder a patrones marcados desde fuera nos gana la partida y generalmente éstos patrones nos encasillan y nos dejan sin opciones. O blanco o negro.
Y es que en la pelea entre "Mujer Ficticia vs. la Mujer Real", quien sale perdiendo es la Mujer. Una vez más somos incapaces renunciar a las etiquetas y plantar un punto medio.
Particularmente yo, soy delgada por complexión, de poco pecho, con grasita aquí y allá. Me gusta verme bien, sentirme ágil y con fuerza, me gusta comer sano, aunque me encantan las pizzas, la hamburguesas y el chocolate. Trato de buscar opciones para mi apetito de dulces y me hago postres bajos en grasa y azúcares, hago ejercicio y trato de ser constante. Busco un equilibrio entre verme bien, gustarme, estar saludable y disfrutar de comer y beber cosas que me gustan. Cuido mi piel, tomo agua, no fumo y duermo todo lo que puedo.
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Foto: Ani Méndez |
Yo no soy una mujer ficticia, pero tampoco quiero ser una mujer real. Prefiero ser simplemente una mujer, de la manera que YO lo decida.
N.P
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viernes, 24 de abril de 2015
Lo que no nos dicen sobre cumplir los sueños
"Cumple tus sueños y serás libre" dice una de las millones de frases motivadoras que pululan en internet. Rosarios virtuales de consejos y afirmaciones cuyo objetivo es decirnos que no dejemos de hacer eso que amamos, de luchar por eso que queremos lograr, que sin importar lo que los demás piensen o digan sigamos adelante para encontrar el pedacito de felicidad que nos merecemos.
Y es cierto, ayudan.
Yo soy una soñadora que me gusta cumplir mis sueños, desde hace mucho tiempo ya he ido caminando en dirección a ellos, he ido ensayando, fracasando y logrando unos cuantos, me quedan muchos por delante y seguiré en su búsqueda.
Y ésto es precisamente lo que sucede con los sueños, las metas, los objetivos, que rara vez se traducen a unos pocos sino que se multiplican. Cuando logras uno ya existen cinco más que quieres lograr, es decir, que siempre estaremos en el camino para cumplirlos y eso es lo que nos mantiene vivos, puesto que si ya no existe un motivo, ¿de qué sirve continuar?
Sin embargo, lo que no nos dicen todas éstas frases encantadoras, es que el camino para cumplir los sueños no es un camino lleno de flores silvestres, pastos verdes y sol radiante. El camino para cumplir los sueños es escarpado, lleno de trampas, muchas veces tormentoso, nublado, frío o insoportablemente caluroso, árido y reseco o tupido de plantas que hacen casi imposible el paso.
En el camino hacia nuestros sueños hay brujas malvadas, ogros disfrazados de príncipes, lobos feroces que nos tientan a desviarnos del camino, cazadores dispuestos a hacer de nuestras cabezas un trofeo, fuegos fatuos que despiertan nuestra curiosidad y hacen que nos perdamos, duendes traviesos que juegan con nosotros, cuervos que nos sacarían los ojos, gigantes que pueden aplastarnos con su dedo meñique, muros gigantescos, hoyos profundos.
Si, si, lo sé, no todo es tan malo. A veces encontramos también hadas madrinas, hechiceros buenos, reinas y reyes bondadosos, compañer@s de viaje, amig@s inseparables que a veces han de separarse. Puentes que nos permiten cruzar un río turbulento, puertas que se abren, ventanas, espejos mágicos, perros voladores y bichitos del bosque nos dan una mano.
Aún así, si no somos conscientes de los peligros que nos acechan en el camino, si no tenemos el aguante para superar miles de pruebas, una tras otra, si no somos capaces de sostener la tristeza, la frustración, el miedo, la incertidumbre, quizá nunca lleguemos a alcanzar nuestro anhelo.
Para cumplir nuestros sueños hemos de ser valientes. Y ser valientes no significa no tener miedo, significa continuar a pesar del miedo, significa sostener el miedo para que no nos devore, y continuar en medio de la noche más oscura, o del día más soleado, continuar sin mirar atrás, continuar paso a paso y hacer lo posible por disfrutarlo, por aprender, por levantarnos y seguir andando, con las rodillas cascadas y el ego herido.
Así que, antes de emprender el camino hacia tus sueños, pregúntate a ti mism@...
¿Estás dispuest@?
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miércoles, 15 de abril de 2015
La era del YO
Éstos días he estado reflexionando sobre el individualismo, referido a la complacencia de los propios deseos e intereses sin tener en cuenta al otro.
Actualmente, están muy de moda los mensajes de apoyo a la propia personalidad. Mensajes que nos motivan a hacer lo que queremos, a cumplir nuestros sueños, a dejar de lado la complacencia y pensar en nosotr@s mism@s como principal eje de nuestra vida. Lo importante somos nosotros.
Ésto está muy bien. Muchas veces necesitamos de alguien que nos diga cuánto valemos, porque no somos capaces de darnos cuenta por nosotros mismos, sin embargo, dentro de tanta bienintencionada motivación ¿cuándo pasamos a ser egoístas?
Creo que uno de los principales problemas como seres humanos es que no nos escuchamos. No sabemos relacionarnos y entendemos los mensajes según nuestra conveniencia. Nuestras relaciones personales muchas veces están barnizadas por el interés que tenemos en lo que otro me pueda ofrecer y no por lo que el otro ES. Entonces llega el momento en que somos "amigos" de alguien por el beneficio que ésta relación me reporta. Digo "amigos", pero ya se sabe que hay de todo.
Nuestra tendencia a buscar nuestro propio bienestar nos vuelve ciegos-sordos-mudos, nuestro único objetivo es lograr eso que tango anhelamos y si no podemos obtener nada del otro, pues no nos interesa. Perdemos relaciones valiosas y dejamos que se enfríen afectos, por el simple hecho de no estar acoplados con nuestros deseos o inquietudes, porque no nos reporta eso que buscamos con los colmillos y las garras afiladas.
Y ésto sólo hablando de relaciones personales, si ya pasamos a la relación con la comunidad pues creo que es peor. Una amiga contaba que le indignaba que en su comunidad la gente tira la basura donde no debe, pese que hay un cartel que dice que ése no es el lugar para hacerlo. Sin embargo lo más cómodo es dejarlo ahí porque total "ya otro lo recogerá" porque ése es su trabajo.
Imagina ahora ésto extrapolado a nivel mundial.

Cosas sencillas, gestos amables y generosos que no suponen un sacrificio o una entrega incondicional. Pensemos en nosotros mismos sin olvidar al otro. Conservemos nuestra individualidad y luchemos por nuestros sueños, sin que eso suponga ir en detrimento de quienes nos rodean, ya sean amigos, familiares, vecinos o el señor que nos pasa por al lado a cruzar la calle.
No estamos aquí por mucho tiempo, entonces, hagamos que valga la pena.
N.P
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martes, 7 de abril de 2015
Gabriela Mistral: Decálogo del Artista
Hoy es el 126 aniversario de nacimiento de Gabriela Mistral (Vicuña, Chile 7 de abril de 1889- New York . EEUU 10 de enero de 1957) mujer, poetisa, diplomática, pedagoga, feminista y ganadora del nobel de literatura en 1945.
Su obra es enorme y comprende poesía, prosa y escritos sobre la educación y el arte. Entre ellos, el decálogo del artista, que me encanta y que copio a continuación:
I. Amarás la belleza, que es la sombra de Dios sobre el Universo.
II. No hay arte ateo. Aunque no ames al Creador, lo afirmarás creando a su semejanza.
III. No darás la belleza como cebo para los sentidos, sino como el natural alimento del alma
IV. No te será pretexto para la lujuria ni para la vanidad, sino ejercicio divino.
V. No la buscarás en las ferias ni llevarás tu obra a ellas, porque la Belleza es virgen, y la que está en las ferias no es Ella.
VI. Subirá de tu corazón a tu canto y te habrá purificado a ti el primero.
VII. Tu belleza se llamará también misericordia, y consolará el corazón de los hombres.
VIII. Darás tu obra como se da un hijo: restando sangre de tu corazón.
IX. No te será la belleza opio adormecedor, sino vino generoso que te encienda para la acción, pues si dejas de ser hombre o mujer, dejarás de ser artista.
X. De toda creación saldrás con vergüenza, porque fue inferior a tu sueño, e inferior a ese sueño maravilloso de Dios, que es la Naturaleza.
Gabriela Mistral
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jueves, 2 de abril de 2015
Reconocer y entregarse al deseo femenino
Ayer miércoles, como cada miércoles desde el 07 de enero, tuvimos función de Séxulas en el Café Teatre Llantiol. Fue una función extraña, de esas en la que no se sabe si el público de la sala realmente está allí o si se trata de una ilusión óptica.
En una obra como ésta, donde la interacción con el público es permanente, nos resulta realmente incómodo cuando la gente que asiste opta por sólo mirar, sin implicarse demasiado. No los culpo, se pueden sentir intimidados, o no estar acostumbrados a ver espectáculos que ameriten una presencia mas activa, menos voyeurismo y más acción. Sin embargo, no es eso lo que me llama la atención.
Ésta mañana, pensando en la función me di cuenta de algo muy curioso: comparándola con funciones anteriores en la que alguna vez ha pasado lo mismo y con aquellas en la que el público es un organismo vivo, que recibe y participa, esas funciones maravillosas en la que se crea una energía recíproca entre ell@s y nosotras, caí en cuenta de que en las últimas, por lo general, el público mayoritario son mujeres. Sin embargo cuando se trata de un porcentaje equitativo entre mujeres y hombres o si la mayoría son hombres, tiende a pasar lo de ayer.
Es decir, mayoría de mujeres, solas o acompañadas por minoría de hombres reaccionan de una manera distinta a como reaccionan mujeres junto a hombres cuando éstos son sus parejas. Y cuando la mayoría son hombres, ni hablar.
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Séxulas. Foto Manel Fernandez |
Y me resulta curioso porque en Séxulas hablamos precisamente de la sexualidad femenina. Los personajes que interpretamos son mujeres que no temen a hablar sobre su sexualidad, sus preferencias, gustos, fetiches. Son mujeres que dejan de ser pasivas, dejan de esperar a que les den placer y deciden buscarlo ellas mismas, deciden plantarse y decir " ésto es lo que quiero".
Toda mujer que viene a la obra, encuentra resonancia, de eso no hay duda. La diferencia es que a veces lo manifiestan y otras no. Y no lo hacen quizá cuando sienten que serán juzgadas por su acompañante masculino. Con lo cual, se convierten en la otra cara de la moneda de los personajes de la obra, cara que desafortunadamente es la mas común en la vida real.
Por su parte los hombres que asisten a la obra, quizá esperan ver otra cosa. Creo que de ahí su cara de estupefacción, su incomodidad, su no saber cómo reaccionar... risas nerviosas, caras inexpresivas, o serias, o de "aburrimiento", o incluso, de estar juzgando a éstas mujeres que le hablan y le dicen "yo también quiero y tengo derecho sentir placer".
También han asistido, por fortuna, hombres muy implicados, hombres inteligentes que saben entender sobre lo que hablamos, que se ríen de sí mismos y prestan atención a lo que sucede, que se vuelven cómplices y, junto a las mujeres que les acompañan en la sala, son capaces de reconocer que en materia de sexo, como es casi todo lo demás, aún la balanza está bastante desequilibrada.
Y es que éste comportamiento del público, es un claro reflejo de cómo en la sociedad la sexualidad masculina y femenina son tratadas de distinta forma: Un hombre "puede" acostarse con muchas mujeres, una mujer "no puede" hacerlo con muchos hombres. Un hombre puede hablar sexualmente sobre las mujeres, una mujer no está bien visto que hable sexualmente de un hombre, al menos no en público. Los hombres han de ser activos, las mujeres pasivas: el hombre busca lo que desea, mientras que la mujer tiene que esperar a recibirlo y conformarse con lo que hay. Los hombres promiscuos son machos, las mujeres promiscuas son putas. Los hombres tienen derecho a satisfacer sus necesidades sexuales, mientras que las mujeres tienen el deber de satisfacer el deseo masculino sin pensar en el propio.
Así lo refiere Mieria Darder autora del libro Nacidas para el placer:
" Como mujeres se nos prohíbe la acción en el mundo. Si la mujer no puede explorar, experimentar, curiosear...en el sexo tampoco... la mujer se inhibe sexualmente y no nos atrevemos.. el hombre está para su placer y su satisfacción, la mujer tiene que estar para el otro ..."
Esto por supuesto en el mundo heterosexual. En cuanto a la homosexualidad pues no sabría decirlo, pero desde fuera me parece que la relación es algo más equitativa.También he de decir que todo ésto es una apreciación genérica del comportamiento sexual. Obviamente hay excepciones y millones de casos distintos.
Aún así, la "big picture" refleja que las mujeres somos menos libres de expresar y hablar sobre nuestra sexualidad, incluso en la sala de un teatro. Que tenemos miedo a lo que puedan pensar de nosotras e incluso llegamos a juzgar el comportamiento "liberal" de mujeres que han decidido vivir su sexualidad sin vergüenza. Nos ponemos del lado masculino en lugar de mirarnos a nosotras mismas y decidir qué es lo que realmente queremos. Estamos estigmatizadas a confundir el placer con el amor,a esperar que alguien nos inicie en el sexo y a pensar siempre en una virginidad castrante y sobrevalorada.
Volviendo a la anécdota de la función de ayer, creo que es bueno que éstas cosas sucedan. Particularmente me da la oportunidad de observar que no estamos ni cerca de una idea de igualdad, que los prejuicios que nos han inculcado aún pesan muchísimo y que tenemos que seguir rompiendo barreras morales, religiosas y sociales. Queda mucho por hacer y cada una puede dar su aporte, el mío es a través del teatro, de ésta obra que cada día me enseña cosas nuevas, me da posibilidades y que con humor y encanto nos sirve de puente para decir a otras mujeres que es posible vivir una sexualidad libre, que tienen derecho a decidir cómo, cuándo, dónde y con quién y a los hombres que ya es momento de bajar la guardia y que si son capaces de reconocer y entregarse al deseo femenino, habrán encontrado el paraíso.
Volviendo a la anécdota de la función de ayer, creo que es bueno que éstas cosas sucedan. Particularmente me da la oportunidad de observar que no estamos ni cerca de una idea de igualdad, que los prejuicios que nos han inculcado aún pesan muchísimo y que tenemos que seguir rompiendo barreras morales, religiosas y sociales. Queda mucho por hacer y cada una puede dar su aporte, el mío es a través del teatro, de ésta obra que cada día me enseña cosas nuevas, me da posibilidades y que con humor y encanto nos sirve de puente para decir a otras mujeres que es posible vivir una sexualidad libre, que tienen derecho a decidir cómo, cuándo, dónde y con quién y a los hombres que ya es momento de bajar la guardia y que si son capaces de reconocer y entregarse al deseo femenino, habrán encontrado el paraíso.
Nathalia Paolini
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