miércoles, 15 de abril de 2015

La era del YO


Éstos días he estado reflexionando sobre el individualismo, referido a la complacencia de los propios deseos e intereses sin tener en cuenta al otro. 

Actualmente, están muy de moda los mensajes de apoyo a la propia personalidad. Mensajes que nos motivan a hacer lo que queremos, a cumplir nuestros sueños, a dejar de lado la complacencia y pensar en nosotr@s mism@s como principal eje de nuestra vida. Lo importante somos nosotros.

Ésto está muy bien. Muchas veces necesitamos de alguien que nos diga cuánto valemos, porque no somos capaces de darnos cuenta por nosotros mismos, sin embargo, dentro de tanta bienintencionada motivación ¿cuándo pasamos a ser egoístas? 

Creo que uno de los principales problemas como seres humanos es que no nos escuchamos. No sabemos relacionarnos y entendemos los mensajes según nuestra conveniencia. Nuestras relaciones personales muchas veces están barnizadas por el interés que tenemos en lo que otro me pueda ofrecer y no por lo que el otro ES. Entonces llega el momento en que somos "amigos" de alguien por el beneficio que ésta relación me reporta. Digo "amigos", pero ya se sabe que hay de todo.

Nuestra tendencia a buscar nuestro propio bienestar nos vuelve ciegos-sordos-mudos, nuestro único objetivo es lograr eso que tango anhelamos y si no podemos obtener nada del otro, pues no nos interesa. Perdemos relaciones valiosas y dejamos que se enfríen afectos, por el simple hecho de no estar acoplados con nuestros deseos o inquietudes, porque no nos reporta eso que buscamos con los colmillos y las garras afiladas.

Y ésto sólo hablando de relaciones personales, si ya pasamos a la relación con la comunidad pues creo que es peor. Una amiga contaba que le indignaba que en su comunidad la gente tira la basura donde no debe, pese que hay un cartel que dice que ése no es el lugar para hacerlo. Sin embargo  lo más cómodo es dejarlo ahí porque total "ya otro lo recogerá" porque ése es su trabajo.

Imagina ahora ésto extrapolado a nivel mundial. 


Estar inmersos en nuestros problemas, en nuestro pequeño mundo, querer ser exitosos, ricos, libres de hacer lo que nos de la gana, nos hace olvidamos de nuestro entorno. Nuestra imagen mental de nosotros mismos es tan grande que no nos damos cuenta de que sin nosotros, el mundo seguirá su curso, que en realidad no somos tan importantes y que lo seremos en la medida de que hagamos algo que aporte un poco a mejorar la vida de quienes nos rodean. 




Cosas sencillas, gestos amables y generosos que no suponen un sacrificio o una entrega incondicional. Pensemos en nosotros mismos sin olvidar al otro. Conservemos nuestra individualidad y luchemos por nuestros sueños, sin que eso suponga ir en detrimento de quienes nos rodean, ya sean amigos, familiares, vecinos o el señor que nos pasa por al lado a cruzar la calle.

No estamos aquí por mucho tiempo, entonces, hagamos que valga la pena. 

N.P





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