Quizá para muchos el Teatro es sólo algo que les gusta mirar, para otros, algo que hacen como hobby, para pasar el rato, divertirse mientras exploran en su expresividad, sin ninguna otra motivación.
Para quienes nos dedicamos al teatro profesionalmente, sin embargo, las motivaciones sobran. O al menos así tendría que ser.
Un creador teatral, a mi parecer ha de tener dentro de sí un impulso creador tan grande que le permita mantenerse a flote cuando las circunstancias sean adversas y que le ayude, también, a mantener los pies en la tierra cuando todo parezca un cuento de hadas, un sueño hecho realidad, una increíble alineación de talento, trabajo y reconocimiento.
A los creadores nos es complicado mantenernos bajo los patrones estandarizados de trabajo: no tenemos horarios, ni trabajos, ni salarios fijos, trabajamos cuando los demás se divierten, dedicamos una gran cantidad de recursos personales: tiempo, energía, dinero, voluntad, para hacer realidad esa idea que nos pasa por la cabeza o que otro creador nos propone y que de un momento a otro se transforma en un proyecto personal.
Sin embargo, más allá de todo ésto, de soñar y luchar por cumplir esos sueños, existe algo sin lo cual es imposible dedicarse al teatro ( y cuando digo teatro digo también arte). Ese "algo" vital, ineludible y que habla del creador sin que éste diga una palabra es la Ética.
Una persona que quiera dedicarse al teatro, sin tener un mínimo de ética profesional, la verdad es mejor que se dedique a otra cosa.
Y cuando digo ética me refiero a muchas cosas: amor por el acto creador, respeto por sí mismo y por sus semejantes (colegas o no) disciplina, constancia, trabajo constante y motivación para superarse cada vez más. Hacerse mejor persona, mejor intérprete, mejor director, dramaturgo, técnico, escenógrafo, productor, etc.
No sé si en todas las escuelas de teatro inculcar la ética profesional es una prioridad, pero en mi formación como actriz aprendí de mis maestr@s que para ser actor no basta con subir a un escenario, en realidad, subir al escenario es lo menos importante. Es lo que está detrás de eso lo que realmente importa: las horas dedicadas a la construcción del personaje, la disciplina en los ensayos, la búsqueda constante, la inquietud por mejorar con cada experiencia, el aprendizaje teórico y vivencial. La amabilidad contigo mism@ y con los compañeros de escena, la escucha, el respeto hacia el trabajo del otro y hacia el público.
Lamentablemente hoy en día las necesidades materiales nos hacen, muchas veces, obviar todo ésto, somos vulnerados y a su vez vulneramos la ética profesional que como creadores necesitamos para poder hacer crecer nuestro arte y no consumirnos en la mediocridad, en un intento hueco de creación, dirigido más hacia un intento desesperado por el reconocimiento o la retribución económica que , dicho sea de paso, escasamente llega.
He estado pensando últimamente en todo ésto y casualmente he escuchado/leído algo que, aunque paradójico, puede que finalmente sea la clave de todo. Es algo así como "si haces algo sólo con la motivación de ganar dinero, mejor no lo hagas". Lo cual tampoco quiere decir que no puedes ganar dinero con el trabajo que te gusta hacer, o que no puedes aprender del trabajo que haces para ganar dinero. Creo que ésta afirmación conlleva a tener una actitud ante lo que hacemos y particularmente en el teatro donde llegar a tener una retribución económica es bastante inusual (aunque no del todo imposible) , nos viene a decir que, independientemente del dinero, la actitud (ética) profesional ha de ser nuestra tabla de salvación.
Es entonces que hoy, 27 de marzo de 2015, Día Internacional del Teatro, me comprometo a recuperar una actitud desinteresada hacia el acto creativo. Me comprometo a tener presente mi ética. me comprometo a respetarme, hacerme respetar y a respetar el trabajo del otro. Me comprometo a valorar mi esfuerzo sin que eso signifique menospreciar el de otros o recibir a cambio lo que yo "creo que debe ser", aceptaré con humildad lo que venga a mi y seguiré nutriéndome de las experiencias, aprendiendo lo que pueda y compartiendo mi creatividad con quien desee acompañarme, o ser acompañado por mí.
Me comprometo a ser mejor actriz, directora, dramaturga y productora. Me comprometo a soltar las dudas y los miedos, a callar a mi ego y a seguir trabajando con voluntad, fuerza y tenacidad en éste oficio que me ha llamado a SER y ESTAR en él desde hace diecinueve años.
Nathalia Paolini
¡FELIZ DIA INTERNACIONAL DEL TEATRO!