Foto: Abraham Sebastia |
Apenas él le
amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en
salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que élprocuraba relamar
las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que
envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se
espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el
trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de
cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en unmomento dado
ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente
sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los
encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la
esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del
orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa.¡Evohé!
¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y
márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en
un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles
que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
(Julio Cortázar)
Esto y más en Séxulas, todos los viernes a las 23 hrs en Cincómonos Espai D' Art
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